Cuando María Cecilia Román nació, su casa era en la Villa Mallea, por lo que su infancia y gran parte de su vida transcurrió por las calles de ese barrio de Concepción. Hoy, los vecinos del lugar se muestran orgullosos de esa chica tranquila que veían pasar y que, jamás imaginaron que podía llegar a ser una campeona del mundo.
Una parte de sus estudios primarios los cursó en el Colegio San José y los finalizó en la Escuela Superior Sarmiento, mientras que la secundaria la realizó en la Normal Sarmiento. Allí, recuerda que era la única que se sentía feliz con las clases de Educación Física, pues el deporte ya le atraía y le gustaba jugar al handball o vóley, aunque siempre dependía de las demás para hacerlo; por eso, tal vez, el boxeo le cayó como anillo al dedo para sus intenciones, ya que solamente dependía de ella para cumplir los objetivos que le gustan ir planteándose en su vida.
A sus catorce años era muy fanática de River, por lo que seguía las transmisiones donde jugaba su equipo. Ya en su adolescencia le gustaba dibujar, algo que, actualmente sigue haciendo a modo de hobby, pero que, en su momento, la llevó a pensar que podía ser diseñadora gráfica. A Ceci le gusta leer y aprender sobre los temas que le interesan, algo que hace constantemente. Siente admiración por el cuerpo humano; esa máquina -dice ella- que es asombrosa y por ello es que en algún momento también pensó en llegar a estudiar medicina; de hecho, cuando estudió profesorado de Educación Física, sus materias preferidas eran Fisiología y Anatomía.
En el comienzo de su juventud era una chica más. Cuenta que le gustaba salir a bailar con sus amigas y lo hacían jueves, viernes y sábado. Recuerda que cuando llegó el momento de seguir los estudios, al finalizar la secundaria, mientras averiguaba para estudiar Diseño Gráfico o Arquitectura, aparecieron en su colegio repartiendo los panfletos para ingresar al ISEF y estudiar el Profesorado de Educación Física. Fue en ese momento que decidió que eso sería lo suyo, su futuro. Y así fue que estudió, se recibió y llegó a ejercer en gimnasios, pero no escuelas y -por ahora- dice la campeona, a la profesión la tiene “colgada”.
Cecilia dice que con el paso de los años ha cambiado en cuanto a su forma de ser. Se siente más segura y sociable, más abierta a los cambios, a tomar riesgos, reconociendo que siempre fue una chica tímida y de la que aún quedan algunos rasgos. Hoy, al ser campeona, mucha gente se acerca para preguntarle algo o simplemente para expresarle su admiración y ella lo acepta con mucho gusto. Su timidez provino, posiblemente, de las preocupaciones que su mamá le transmitió de niña y que las comprende, pues se divorció quedándose con cuatro hijas, a las que cuidaba y protegía sobremanera.
De allí que Ceci, Valeria, Sabrina y Andrea se criaron en ese ámbito. El 2007 fue inolvidable para ella porque se recibió de profesora y quedó embarazada, pero también se dio su acercamiento al boxeo, ya que, en el último año de estudio, comenzó a trabajar en la parte física a través de un amigo que la recomendó y que ella aceptó sin dudar, ya que se había especializado en entrenamiento deportivo.
Desde un principio le atrajo la variedad de formas para entrenar y -especialmente- que se trabajara en forma individual y que, el camino a seguir y los desafíos, eran solo de uno. Dice nuestra campeona que ella fue su propia creación, que, al comenzar a los 23 años, estuvo lejos de que alguien la orientara en su camino y hasta les demostró a aquellos que dijeron que “Román no servía” que estaban equivocados. Fue el mismo deporte el que le enseñó que la constancia, la disciplina y el trabajo tienen sus consecuencias y aferrándose a eso, comenzó a trazarse objetivos.
Cuando se habla del boxeo femenino y del avance que ha teniendo a través de los años, siente, como muchos, que aún falta el reconocimiento en la faz económica y que pasará un tiempo para que se llegue a un nivel de ganancias más importante, teniendo en cuenta que, para ellas, es un trabajo y como tal merece ser considerado.
Haciendo una retrospectiva de cuando fue campeona argentina a la actual campeona del mundo, dice que su cambio fue al menos del 500%. Que esta Ceci no tiene nada que ver con aquella. Su forma de entrenar, ni siquiera ella misma sospechaba que podía ser como lo hace ahora, cuando sus entrenadores en Buenos Aires le pedían ciertos trabajos y pensaba que estaban locos; terminaba haciendo lo que le pedían y ella misma se decía “Guau, hasta dónde podés” y sabe que aún queda camino por recorrer, que no se llegó a la cima.
En Buenos Aires, la campeona aprendió cómo trabaja un boxeador con un equipo, eligiendo al encargado de cada tarea para que ella rinda al máximo; en el caso de la gente que está con ella, todos cumplen con su tarea con sumo compromiso. En San Juan, dice, el técnico cumple todas las funciones, por una cuestión de costumbre y porqué no, de economía.
Un día de Ceci en Buenos Aires arranca a las seis de la mañana con el desayuno, con un té o café, cuatro galletas de arroz, un tomate y cuatro huevos; luego sale a correr a una plaza que queda a tres cuadras de la pensión donde vive. El trabajo físico depende de lo que pida el preparador físico, sea tarea de velocidad, fuerza o fondo y lo realiza de 8 a 10 de la mañana. Luego hace una media mañana, que consta de un té y una fruta con quince almendras y toma un descanso para que se produzcan los procesos a nivel celular que posibilitan que el entrenamiento que hace un deportista, tenga efecto.
Al finalizar 2019, estaba trabajando pensando en peleas que se podían hacer en el exterior, donde se debe esforzar mucho más y las exigencias son mayores, convencida de que esa oportunidad va a llegar. María Cecilia Román, campeona del mundo de boxeo, orgullo sanjuanino. Una persona paciente, pensante y aguerrida a la hora de pelear, como ella misma se define y que dice haber cumplido con ella misma, con lo que quería, con los sueños que tenía.
FUENTE: Secretaría de Deportes